jueves, 20 de octubre de 2011
Invisible
El versículo de los pensamientos de oro de hoy es el Salmo 23:1, el más típico y conocido de todos, el que nos sabemos de memoria. No le damos importancia, no nos sorprende, podríamos decir que es de "primero de fe". Creemos que lo conocemos tan bien que no hace falta ni pensar en él, ni recordarlo. Pero a veces, como en muchas cosas de la vida, es necesario recordar lo más básico, dar marcha atrás para reconstruir sobre ello y que no se derrumbe todo lo que hemos conseguido al primer soplo de viento. C.S. Lewis dijo en una de sus obras, cuando los libros aún eran en blanco y negro, que "los salmos son poemas, y poemas destinados a ser cantados, no tratados doctrinales, como tampoco sermones", y es que Salmos significa "canciones de alabanza". Digo todo esto porque no me quiero centrar en el Salmo como una predicación sino en quién dijo estas palabras, y lo que significan con respecto a su vida.
El Salmo 23 lo escribió el rey David. Él tuvo una vida intensa, muy complicada, pero aun así era capaz de decir "Jehová es mi pastor; nada me faltará". Me sorprende la facilidad con la que perdemos la fe, nos desanimamos por cosas insignificantes, sobretodo comparadas con las que sufrió David y aun así en éste pasaje nos transmite una paz increíble. Que yo sepa nosotros no hemos peleado con gigantes, ni hemos tenido que huir por nuestra vida ni nada de eso. Aunque también pensamos que nosotros no hemos pecado de tal forma como Él hizo. Llegó muy alto, pero también cayó muy bajo. Fue un hombre de contrastes. Me da la sensación de que nosotros no queremos subir muy alto porque nos da miedo caer y nos quedamos en nuestro cascarón. Es más fácil pensar que no nos podemos comparar con los personajes de la Biblia, que no está a nuestro alcance. Preferimos quedarnos en la mediocridad, es más cómodo. Pero realmente es muy triste, sobretodo porque no tenemos motivos para tener miedo, sólo hay que ver la vida de David y leer el Salmo 23 para darse cuenta.
23:1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.
23:2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
23:3 Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
23:4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
23:5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
23:6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
No debemos convertirnos en "hombres invisibles", no vaya a ser que lo acabemos siendo para Dios.
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