Hachazos en el corazón

Hay veces que, no se si será por el mercurio del agua o por las vacas locas, pero a la gente le da por decir lo que piensa, que pena que la gente suele pensar cosas negativas. Cuando esto pasa uno puede reaccionar de varias maneras: pasando, enfadándose y cortando cuellos (guiño-guiño), etc. 

Desde mi humilde opinión, mi corta experiencia y mi nula práctica creo que hay seguir varios pasos antes de hacer nada. Lo primero es examinarse, preguntarse ¿lo que ha dicho es verdad?. Si yo voy por la calle y me gritan ¡calvo! me tocaré la cabeza y al notar que mi melena sigue en su sitio pensaré que no es para mi (de momento) y si la persona me específica claramente que va para mi pues no puedo darle importancia ya que esa persona ha perdido el juicio, y la vista. Este es un ejemplo muy tonto pero si entramos en el plano espiritual lo mejor es recurrir a DIos, como dice Salmos 139:23-24:

Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;

Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno.

Por lo tanto cualquier opinión debería servirnos como mínimo para examinarnos ante Dios y realmente cambiar las cosas que no estemos haciendo bien, aunque la opinión sea una locura.

Después hay que tener en cuenta como es esa opinión, si tenemos muy buena fe y pensamos que realmente lo que esa persona quiere hacer es exhortarnos hay que tener ciertas cosas en cuenta. Según el diccionario exhortar es: Advertencia o aviso con que se intenta persuadir a alguien de que haga o deje de hacer algo. La exhortación es un don y como cualquier don ni lo puede hacer cualquiera ni de cualquier manera. En Romanos habla sobre los dones y me parece muy importante lo que dice justamente después:

De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.
El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 

Por esto no concibo cualquier don sin amor, y menos la exhortación. No se puede exhortar con un hacha, porque eso tiene otro nombre: juzgar. De la misma forma, al que exhorta injustamente también hay que tratarlo con amor porque podemos caer en el mismo error y como decía el señor "no juzguéis, para que no seáis juzgados".